sábado, 28 de marzo de 2020

porque el águila no se somete

contemplo el cielo perplejo inmóvil efímero el tiempo que dura siempre todo lo que veo supera a lo
que escribo pensamiento volátil en espera de precipitarse destilación lenta de la esencia depurada el
deseo como un grito que rompe el orden establecido la muerte que a todos iguala luego la precisa
penumbra que suaviza tanta luz brillante la opacidad necesaria de las piedras que ya absorbieron
todas sus ondas y ahora el claroscuro esa lucha entre día y noche en la hora justa del mediodía
donde todo cambia para que rueden las estaciones y la luz siempre la luz que muere atardeciendo
para vengar la mañana sombra y claridad madrugada duermevela interior la ceguera sin mediadores
nebulosa evanescente miro hacia los picos allá en lo alto donde el águila ajena sobre la niebla que
envuelve todo nunca se somete círculos en el aire suspendidos ventisca ajena a toda falta de piedad

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