la noche es suave silencio cálido apenas roto por grillos lejanos luna creciente subiendo lenta por el
cielo cada vez más oscuro cartulina negra perforada donde asoman su luz estrellas muertas que no
veía es contagiosa esta paz sin miedo ni prisa se degrada el firmamento en una escala perfecta de
grises un rastro anaranjado donde el sol traspuso al otro lado un avión cruza de norte a sur muy alto
un rugido amortiguado de menos a más y al revés enmudecen como una estrella sus luces rojas
fugaces las perseidas no tardarán en aparecer lluvia de estrellas noche de san Lorenzo la luna no
puede con su esqueleto exiguo detiene su ascenso sobre la silueta oscura de los montes se desvanece
en el cielo bóveda imaginada sobre el centro de este círculo de montañas suaves cráter inmenso
vaciado que ocupa la noche como un manto la mitad oscura menos visible del día como las estrellas
siempre muriendo abrasadas fulgor eclipsado por la luz de la más próxima reflejo lácteo la luna
intermitencia de grillos lejanos
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