miércoles, 25 de marzo de 2020

hidroterapia

Ayer salí de casa para comprar provisiones. La furgoneta esperaba, azul bajo la lluvia; arrancó sin ninguna duda, anhelante de asfalto. Buñol, media hora de curvas entre las nubes bajas que mojan la chapa y el parabrisas. Luego, en el parking, mascarilla y guantes de celofán, junto a otros fugitivos, sospechosos como yo. Desconfianza entre los lineales. La máscara estoica de la cajera sonríe junto a la cinta transportadora. Al pasar Macastre, bajo el cristal de las ventanillas. No llueve y dejo que la humedad renueve el aire enfermo del habitáculo. ¡Qué sencillo puede resultar el placer! A tres kilómetros de Dos Aguas me detengo en un ensanche de la carretera. Lentisco empapado, jaras en flor, albaidas vencidas por la lluvia. Aspiro la atmósfera, densa de tomillo y romero florecido, acaricio con mis manos el agua derramada, las ramas verdeoscuro y brillantes en este día gris. La primavera insiste en ofrecerse, aunque nadie se detenga a contemplarla. Sonrío y le prometo "hasta la próxima!"

2 comentarios:

  1. ¡Qué suerte!
    Gracias por compartirlo, aunque sea por escrito nos llega a los que no lo podemos sentir :)

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  2. pronto sentiremos de nuevo esos placeres sencillos ;)

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