he enviado este microrrelato a un concurso. el tema era "recuerdos".
Zassss.
Le encanta el ruido del celofán mientras lo rasga con la punta del bolígrafo; luego estira hacia
abajo, palpa las aristas de cartón duro, su tacto algo rugoso. Lo abre como si fuera un libro
sagrado. Pasea la vista por las fotografías. Busca las letras, (“sí, sí que están”) y mete las narices en
el medio, los ojos entrecerrados, y aspira profundo. Huele la tinta, el tiempo detenido.
Saca el disco de la funda y lo coloca sobre la plataforma giratoria del plato. Tira hacia atrás del
brazo metálico, suavemente, y lo sitúa sobre los primeros surcos vacíos. Contempla el giro hipnótico,
ensimismado, las treinta y tres revoluciones por minuto. Contiene la respiración y acerca el diamante
de la aguja a la superficie brillante del vinilo negro. Silencio expectante. Le sigue un chasquido,
como un chisporroteo, y la sala se llena de guitarras, flautas, de voces y ritmos.
Sonríe y se tumba en el sofá, ceremoniosamente. Busca las letras de las canciones y las lee mientras
escucha, une maison bleue adosée à ma mémoire, da un trago de cerveza, mastica una patata frita
crujiente. Y lo observa todo desde afuera, como un cuadro en el museo. Lo graba todo. Y lo guarda.
Para el futuro.
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